jueves, 14 de enero de 2010

Quizás todo empezó cuando- Cuento

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¡Date prisa Leonel, el camión está por partir! La mujer, joven todavía, pero de rostro prematuramente ajado, pequeña estatura, Facciones mestizas y larga cabellera negra recogida en una trenza, unafana al hombre que se acerca un Sudoroso cargando su espalda un gran ramo de flores de un intenso color rojo casi negro.


El camión, un viejo Carromato cubierto con una carpa de plástico, está ya repleto de apretados ramos de heliconias, esas fuertes y vistosas flores del bosque húmedo pero éstas con una tan especial característica. Varios campesinos de piel curtida por el sol, ropas toscas, húmedas de sudor y de lluvia y botas de caucho cubiertas por el lodo que cubre los campos inundados se encuentran al pie del vehículo haciendo sus entregas ante el hombrecillo de ojos pequeños y sagaces que guarecido de la lluvia en la parte delantera se frota las manos ante este nuevo cargamento.

Un sol tímido se asoma a lo lejos entre un corrillo de nubes. El tiempo seguirá lluvioso. Esa lluvia intermitente que no para de caer sobre la región desde hace varios años y a la que han tenido que irse acostumbrando los pobladores con esa sabia resignación campesina que entiende que el clima es algo que está más allá de su voluntad ".

Luego de unos minutos, el camión parte en medio del estentóreo rugir de su motor en marcha. En la fronda del bosque cercano una bandada de aves asustadas levanta el vuelo aparatosamente. El sonido aparatoso del carromato va perdiéndose poco a poco en la lejanía. Los campesinos se retiran paulatinamente a sus hogares y el pequeño caserío vuelve a la normalidad.

Sentado en el estrecho corredor de su humilde vivienda, Leonel conversa ahora con aquel periodista llegado de la capital, el joven de ojos vivaces y aspecto amable que se ha arriesgado a realizar tan peligroso viaje hasta ese sitio del fin del mundo, solo para cubrir la noticia de aquel sorprendente hecho.

Su aspecto bondadoso inspira confianza al campesino y logra vencer su natural reticencia ante a los extraños. Poco a poco los recuerdos van transformándose en palabras y frases. Quiere hablar. Necesita hablar.


Aurita ... que me lo pregunta, patrón, Quizá empezó todo hace unos años cuando esas montañas se jueron poblando de la de la guerrilla. Sí ... Quizá ahí jue cuando sin darnos cuenta todo empezó todo a pasar. Aunque para ser más exacto tal vez jue aquella tarde ... Sí, patroncito. Una de esas tardes luminosas de nuestro pueblo con el sol de los venados brillando a lo lejos. Así, más o menos como ahurita. Y en resulta que todos los vecinos nos encontrábamos ajuera de nuestros ranchos conversando, riéndonos y jartándonos uno que otro aguardientito. Estábamos contentos ... Y en de pronto que esos chusmeros aparecen disparando arriándonos y la madre. Y nos gritan que ellos son ahora la ley y empiezan anotar nuestros nombres en un cuaderno y luego se entran casa por casa y se jartan y se llevan todo lo que se les antoja. Y nosotros empavoridos, sin atrevernos a protestar, sin saber qué hacer. Y cuándo por fin se jueron, se jueron jalando también a nuestros mejores animalitos y matando de un machetazo al padrecito Sergio, el único, ¡pa 'qué le voy a mentir, patrón!, que tuvo el valor de reclamarles ...


Sí. Creo que jue esa vez, patrón. Aunque ... Quizá pudo ser también una mañana varios días después. Sí, quizá jue ahí, esa mañana en que riéndose a carcajadas y diciendo palabrotas volvieron a visitarnos para reclutar por la juerza a nuestros hijos y a nuestras hijas jóvenes y dejarnos en su lugar la burla, la ausencia ... y la tristeza más verracas.


¿Está cansado Patrón? ¿No? Como veo que encierra los ojos. Bueno ... ahi le sigo contando. Fíjese que echando cabeza quizá más bien jue ese otro día cuando como salidos de la maleza llegaron los paracos. ¡Dizque para protegernos! Y les creímos. Hasta que nos dimos cuenta que eran igualiticos que los otros. Y ahí sí, ya no tuvimos qué comer, y el ruido de la metralla y los muertos de lado y lado y el desesperante ladrido de los perros y el terror mas puta hijue ... Perdón, patroncito, pero es que es veraz de que no hay otra palabra para describile ese terror, y en todo eso Se hizo ya parte inseparable de nuestras noches ... y de nuestros días.


Pero quizá, patrón, no hay ahí entoavía jue. Enverazmente tal vez todo empezó cuando nos ilusionamos con la coca ... si, Fíjese usted, patroncito, ¡pa qué se lo voy a negar! Nos ilusionamos con esa pendejada y de a poquito a poquito juimos poblando de maticas de nuestras parcelas de coca y las ladinas crecieron muy lindas y rozagantes con su lindo color verde agua. Y dejamos de sembrar la yuquita y el platanito... y se nos jue olvidando cómo sembrar la comidita porque ya solo queríamos sembrar coca y ya naide cultivaba nada en las fincas y entonces tuvimos que comprar en el pueblo hasta la yuca más infeliz y nos convertimos ... patrón, ¿ha oído hablar de los raspachines? Pues sí, nos convertimos en "raspachines". Así jue como empezaron a llamarnos en el pueblo.


Oiga, patrón, en de veraz se me hace que le canso con estas historias. Tiene usted cara como de cansancio. Acomódese no más en la silla pero tenga cuidado porque igualitica que yo ella también tiene una pata mala. Perdone que me distraiga, patroncito, ¡esta cabeza ¡Y es que no me había empuesto antes a cavilar en estas cosas. Es difícil saber cuándo realmente empezaron a nacer. Pero Fíjese que ahora que lo pienso, quizá pudo ser también ese otro día ... El día en que el Ejército llegó de pronto al pueblo, como dicen ustedes los estudiados, "de improviso". Y no supimos si sentirnos contentos o asustados. Y nos reunieron a toititos en la iglesia y nos advirtieron que nos llevarían presos si seguíamos sembrando coca y que "cuidadito con ayudar a la guerrilla, que "cuántos eran, ónde estaban ..." Y nosotros, asustados, ¡bien asustados! y sin saber qué responder, pero sintiendo todavía más temor de los ojos y oídos de la selva cercana. Y ahí sí que ya naide supo qué hacer ni qué callar ni qué decir.


Por eso es que creo, patrón, que talvez no jue entoavía ahí sino unas semanas después cuando tombos paracos y se jueron, así, tal cual, en la mismitica jorma que llegaron en un silencio siniestro y lo envolvió todo y nos quedamos una merced de los chusmeros y esos malditos entraron disparando y gritando al pueblo y acusándonos de ser sapos y con el ejército y se llevaron a mi compadre Manuel y a otros dizque para que confesaran. Y yo me salvé porque había ido al río a cargar agua. Pero sentí desgarrarse y estallar toiticas mis entrañas y mi cerebro al escuchar desde lejos sus gritos de dolor, el llanto de las mujeres y niños, el repiquetear aterrador de la metralla enluego y ... ese silencio de muerte que tan bien conocía y que lo envolvió todo como una mortaja.



Sí pudo ser ... Ese día ... Aunque pensándolo mejor, patrón, quizá pudo ser también unas semanas después cuando sin saber cómo ni por qué empezamos a caer uno tras otro en esa trampa mortal en que se convirtió nuestra tierrita sembrada ahora de un quiebrapatas llamado horror. ¡Arranca patas diría yo, patrón! ¡Arranca vidas ! Allí murieron muchos hechos mierda ... Perdón, patrón, pero es que así mismitico Jue que murieron. Sí ... Así murieron mis compadres el Eustaquio Ortiz y el Facundo Mejía Y luego, mis sobrinos Apolinar y Lucía, los hijitos de mi hermana Martha, y hasta un guerrillo del que nunca supimos el nombre, también allí murió desangrado; naide se atrevió a ir por él a pesar de sus gritos; sus compañeros vinieron a recogelo solo al tercer día cuando ya huelía mal. ¡Qué mal huele la sangre derramada, patrón! Otros, como el Manuel Rosero y el Felipe Villota, perdieron las dos piernas y otros, más afortunados, como yo y el Florencio Torres, mediante la interjección de la Virgencita de Chiquinquirá que siempre cargo en el cuello -mírela usted, patroncito-solo perdimos una.


El doctorcito del pueblo ende que me llevaron de urgencia dijo que esta tierra siempre está ávida y que por eso se apoderó tan temprana y vorazmente de mi sangre y de mi cuerpo. Habla bonito el doctorcito. ¿No cree usted, patrón?


No sé por qué se me antoja que está cansado usted. ¿No? ¿Sigo entonces? ¿Ónde iba ...? ¡¡¡Ah sí! Le decía que jue quizá por esos mesmos días cuando un sonido, desconocido hasta entonces para nosotros, parecido al de un moscardón arrecho, empiezo a visitarnos todas las mañanas ¡El ruido de avionetas, patrón, dizque fumigando! Al principio, ¡brutos que semos! lo tomamos como algo divertido y nos burlábamos y haciamos cuentos de las avionetas; seguíamos en nuestras siembras como si nada, pero al poco nos dimos cuenta que nuestras hermosas maticas de coca empezaron a marchitarse y perdimos los largos meses de siembra y comenzaron a ardernos los ojos y a salirnos ampollas en todo el cuerpo y nos dio tos y dejamos de dormir y hasta de comer y la desesperación y la angustia se adueñaron definitivamente deste pueblo y ya no hubo horizonte hacia ónde dirigir la mirada. Y ahí jue, patrón, cuando muchos de mis vecinos decidieron marcharse a la capital dejando abandonada su tierrita ... y a sus muertos.


Perdone, patrón, que le insista. Yo lo noto como preocupado, debe estar cansado desta conversadera. ¿No? Bueno ... Téngame paciencia, en veces me confundo. Pero, bueno, fíjese, patrón, que ahurita que lo pienso tal vez todo empezó enverazmente cuando llegaron las lluvias ... Sí. Quizá jue anluego de que las plantas de cacao, los platanales, los yucales, y hasta las hermosas maticas de coca, empezaron una ahogarse en medio de ese lodo turbio en que se jue convirtiendo la tierra fértil y antes apisonada. Y el camino se volvió arroyo y la montaña empiezo a derrumbarse y el rancho de mamá Rosario se vino al suelo sepultándola, herido de muerte en sus cimientos por esa humedad de los diablos que lo jue pudriendo todo.


Aguarde no más, patroncito mientras emprendo una vela, no tenemos luz desde que esos condenados chusmeros dinamitaron la torre del pueblo hace ya unos meses. A ver. ¡Eso es! Así tenemos auncuando sea un poquito de claridad. Oiga, creo que ya le tocó quedase a dormir aquí esta noche. Ya se ocultó el sol y no es bueno Aventurarse por estos caminos cuando dentra la oscuridá. Hágame caso, patrón, yo sé lo que le digo. Quédese no más hasta mañana, así, de pronto empuede también platicar con el Venancio, Venancio Flórez, patrón, al que todos le decimos "profeta" porque siempre está anunciando cosas malas, él habla más, pero mucho más bonito que yo porque jue a la primaria en la ciudad y sabe leer y escribir. Él puede contarle mejor cómo y cuándo jue que empezó todo.



Perdone, tanta iterrución patroncito. ¿Onde iba? ¡¡¡Ah sí! Como le estaba diciendo, uno cualquiera de esos días jue cuando yo creo que empezaron un brotar. Lo cierto es que sin ninguna explicación es de pronto empezaron a nacer por todas partes. Yo jui el primero que las vio. Al principio, no le niego, es de una veritas, patrón, que era igualitico todo a una me aculillé, El campo asemejaba como un inmenso lago de sangre; inmensa mancha de sangre. Después, vide que lo que me parecía sangre eran solo de flores, muchas flores, las más raras y hermosas flores que jamás había visto. Heliconias, patrón, unas flores silvestres que se dan por aquí, pero estitas de una color y una forma que yo nunca había visto. Todo mundo se admira.


Las estamos vendiendo en la ciudad ¿Sabe usté, patrón? A la gente de la ciudad, a la gente bien como usté les encantan, Dicen que son "exóticas", si, eso mesmo dicen. Y nos las compran toiticas. Han sido una verdadera bendición para este pueblo. Pero lo mejor es que ahora el Venancio está hablando con gente que sabe del negocio de flores, gente de la ciudad, y dizque le han dicho que están interesados en vendérselas a los gringos. Que a los gringos les encantará su bello color rojo sangre y que nos las compraran bien. ¿Usté cree, patroncito?


¿Cómo dice? ¿Que si no me asusta que algún día se acabe la cosecha? ¡Noooo, patrón! ¡Primero me muero yo! Las condenadas escogieron bien ónde brotar. Esta tierrita es muy fértil, ha sido bien abonada. Y como ve, patroncito, no pasa un día sin que se deje de abonar.


Mi mujer, la Casilda, que dice malditas están, pero son pensamientos tontos. Ya sabe cómo son las mujeres. Siempre pensando en pendejadas y agüeros. ¡Que dizque algo malo le va a pasar a este pueblo! ¿Qué opina usté, patrón?



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